Os presentamos hoy un impresionante retrato en óleo sobre lienzo de Phil Lynott, el que fuera cantante y líder del mítico grupo de rock Thin Lizzy. Este retrato forma parte de otra de las colecciones de Harv, “Ídolos del Rock” que poco a poco iremos desgranando en nuestro blog.
Este retrato de Phil
Lynott nos da pie a contar otra de las anécdotas de la curiosa vida de este
gran artista que es Harv. Estamos en el año 1978 cuando Harv rondaba los 15
años y como buen adolescente empezaba a descubrir aparte del rock, todas las
cosas “prohibidas”. En este caso se trataba de los cigarrillos, a los que él y
sus amigos se habían aficionado. Por esta época su padre había comprado un
equipo de música que constaba de tocadiscos, radio y cassette. Un compañero de
su padre quería grabar en casette unos Lps que tenía en su casa y le encargó a
Harv que lo hiciera con su nuevo equipo de música. Así fue como Harv conoció a
grupos como Thin Lizzy, Boston y AC/DC.
Él y sus amigos se empezaron a aficionar
al rock y como ya he contado, a fumar.
Habiendo estado
escuchando hasta aquel momento solamente música pop, grupos como Thin Lizzy o
AC/DC eran para aquellos adolescentes algo de fuera de este mundo, un nuevo y
excitante universo por descubrir que les hacía no pensar más que en poder
verlos tocar en directo.
Cierto día Thin Lizzy
anunciaron que tocarían en el Ulster Hall de Belfast en dos semanas y la
entrada costaba 5 libras esterlinas. El dinero de la paga de aquella época no
les daba a estos chicos para poder permitirse una entrada de concierto, así que
si querían ir a ver a su banda, tendrían que trabajar extra para poder
costeárselo.
Para conseguir el
dinero en aquel momento existía en Belfast una opción que utilizaban muchos jóvenes; se
trataba de levantarse a las 4 de la madrugada e ir a la fábrica de leche Dale
Farm, a ofrecer su ayuda a los camioneros que salían de la fábrica a esas horas
para repartir las botellas de leche por toda la ciudad. El trabajo consistía en
ir en el camión con el conductor y bajarse en todas las casas y todos los
lugares donde tenían que repartir las botellas de leche, a depositar dichas
botellas en las puertas de estos lugares. Por este trabajo que duraba de 4.30
de la madrugada a 8.00 de la mañana les pagaban a estos chicos 50 peniques
(para entendernos el equivalente más o menos de 40 céntimos. ¿Explotación, he oido por ahi?). Después, por
supuesto, tenían que ir a la escuela. A pesar de las precarias condiciones era
un trabajo muy deseado, pues muchos eran los chicos que esperaban a esas horas
a la puerta de la fábrica y muy pocos los elegidos para llevar a cabo la tarea.
Mientras esperaban la
salida de los camiones y en las espantósamente gélidas madrugadas de Belfast,
sin tener nada mejor que hacer y para calentarse, fumaban. Pero claro, ¿qué ocurría
con estos chicos que prácticamente no tenían donde caerse muertos? Ocurría que
obviamente tampoco tenían dinero para tabaco, de modo que iban recogiendo las
colillas o los cigarros a medio acabar que se encontraban por el suelo de
camino a la fábrica de leche. Los reunían y se los fumaban después.
Dos semanas después de
empezar a trabajar como ayudantes de repartidor de leche, Harv y sus amigos ya
habían reunido el dinero suficiente para poder ir a ver a Thin Lizzy.
Era el primer concierto
de rock de Harv, Thin Lizzy en la gira del “Live & Dangerous” (la vida da
muchas vueltas y años después Harv y su grupo compartirían una gira con Thin
Lizzy de la que quedan muchísimas anécdotas, algunas no hace falta decirlo, no
aptas para todos los públicos) y este se quedó petrificado y alucinado y
noqueado y con ganas de más durante esa descarga de adrenalina y esa fuerza que
la banda tenía y esos pelos largos y esa ropa y esas personalidades
arrolladoras, que hicieron mella en este chico de quince años.
El caso es que por
aquel entonces era muy normal que los músicos fumaran sin parar sobre el escenario
y cuando el show acabó y el público se fue dispersando, Harv se quedó de pie
mirando aún en dirección al escenario, soñando que Phil Lynott todavía seguía
allí. Cuando volvió en sí se dio cuenta de que en el suelo del escenario, junto
al micrófono de Phil Lynott había un cigarro que había sido tirado y apagado a
medio fumar y sin que le vieran sus amigos cogió el cigarro y se lo guardó en
el bolsillo.
Cuando llegó a casa
sacó el cigarro como si se tratara de una joya de la corona y lo enmarcó junto
con una foto de Phil Lynott que había recortado de una revista y un papelito en
el que escribió “Este cigarro estuvo en la boca de Phil Lynott”. Colgó este
increíble hallazgo en la pared al lado de su cama y durante dos semanas los amigos de Harv fueron en procesión a su casa a admirar el cigarro enmarcado,
muriéndose de envidia porque Harv había conseguido algo tan codiciado. Solamente
cuando has tenido esa edad y has sido fan de un grupo de rock eres capaz de
comprender cómo cualquier objeto, cualquier gesto que te dediquen, cualquier cosa
para los demás absurda, es para ti un verdadero tesoro.
Dos semanas más tarde
AC/DC anunciaron que tocarían en Belfast, de modo que Harv y sus amigos decidieron
ponerse manos a la obra y levantarse de nuevo a las 4 de la madrugada para ir a
trabajar a la fábrica de leche. Ni que decir tiene que por aquella época AC/DC
no cobraban por una entrada la cantidad absurda que cobran ahora, pero aun así
era un precio inaccesible para un chaval de 15 años.
En esta vida hay dos
tipos de personas: las que madrugan con facilidad pegando un bote y saltando de
la cama cuando suena el despertador…y las que no. Harv pertenece al segundo
grupo. Por este motivo él y sus amigos idearon un plan para que los más
madrugadores pudieran ir casa por casa avisando a los más perezosos para ir a
la fábrica de leche. Evidentemente no podían llamar a la puerta a esas horas de
la madrugada, así que decidieron hacer lo siguiente – los que tenían más
dificultades para levantarse tan temprano, como le ocurría a Harv, se ataban un
hilo al dedo gordo del pie al irse a dormir; este hilo iba desde dedo el gordo del pie, pasando a través de la ventana y llegaba hasta el jardín frontal de la casa o la acera de
la calle, para que los primeros que se hubieran levantado se pasaran por las
casas de aquellos más dormilones y desde la calle pegasen un pequeño tironcito
del hilo para despertar a sus amigos. No hace falta decir que aquí la confianza
en que tu amigo diera solamente un pequeño tironcito al hilo jugaba un papel
primordial, pues en caso contrario lo mejor que te podía pasar era que te
dislocaran el dedo del pie; lo peor salir disparado por una ventana cuando
estabas en lo mejor del sueño.
Pues bien, una de estas
madrugadas Harv se despertó cuando su amigo Ted tiró del hilo; bajó a abrirle
la puerta y le hizo pasar a su habitación mientras Harv se lavaba los dientes
en el cuarto de baño y se preparaba para ir a la fábrica. Se pusieron los dos
en camino y para no perder la costumbre fueron buscando por la calle cigarros a
medio fumar que la gente hubiera tirado para poder fumárselos mientras
esperaban a los camiones. Ted se agachó a mitad de camino y cogió colillas del
suelo. Al llegar a la fábrica le dijo a Harv – “fíjate el cigarro que he
recogido viniendo hacia aquí, vamos a fumárnoslo, está casi intacto”. De modo
que se pusieron a fumar y cuando hubieron acabado salieron los camiones y Ted
se montó en uno de ellos. Antes de que arrancara, desde la ventanilla, le dijo
a Harv “¿te ha gustado el cigarro que nos hemos fumado?” y Harv dijo “sí, claro”.
Ted insistió “pero, ¿lo has disfrutado de verdad?”, a lo que Harv contestó “Claro
que sí, ¿por qué insistes tanto?” y cuando el camión arrancaba y se alejaba del
lugar, Ted gritó por la ventanilla “Me alegro, ¡porque ese era el cigarro de
Phil Lynott!!”. Y mientras Harv contenía las lágrimas de rabia, Ted gritó: “No
te preocupes, ¡seguro que consigues otro en el concierto de AC/DC!”.
No solamente Harv no
consiguió ni buscó otro cigarro en el concierto de AC/DC, sino que aquel, el
cigarro de Phil Lynott, fue el último cigarro que Harv se fumó EN SU VIDA.
Espero una vez más que
disfrutéis de la historia y sobre todo de esta maravillosa obra de arte.
Bea H.
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