Junto con el dibujo de hoy representando a Biff Byford, cantante del grupo de heavy metal inglés Saxon y actualmente en posesión de su propio retrato, contaremos una divertida e increíble (pero cierta) historia que narra, entre otras cosas, cómo Harv se hizo cantante además de unas anécdotas muy curiosas que rodean a este evento.
Era el verano de 1983,
cuando Harv tenía 19 años. Él y sus amigos se enteraron de que Thin Lizzy, una
de sus bandas favoritas, iban a dar su último concierto (por aquel entonces
cuando una banda decía que daba su último concierto solía ser cierto, no como
hoy en día, que los grupos dan su último concierto unas dos veces al año
durante varios años) y este iba a tener lugar en el festival Reading, en
Inglaterra. Para llegar hasta el festival él y sus amigos tenían que alquilar
un coche, hacer un viaje en barco desde Belfast a Escocia y una vez allí
conducir hasta Reading. Para costearse este viaje Harv vendió algunas de sus
posesiones más preciadas, como un cinturón de Motorhead y se dedicó a pintar en
las partes traseras de las cazadoras vaqueras de sus amigos dibujos y logos de
bandas como Iron Maiden, Ozzy, UFO, etc. a cambio de dinero.
Os dejo aquí una foto de Harv de la época, con una de sus creaciones. Todos los dibujos de la cazadora que lleva están hechos con óleos. (Nótese el peine en el bolsillo trasero del pantalón al más puro estilo John Travolta).
Os dejo aquí una foto de Harv de la época, con una de sus creaciones. Todos los dibujos de la cazadora que lleva están hechos con óleos. (Nótese el peine en el bolsillo trasero del pantalón al más puro estilo John Travolta).
Los padres de Harv se
habían ido una semana de vacaciones a España y habían dejado a Harv y a su
hermano Robert casi dos años menor que él a cargo de la casa. Harv temía dejar
solo a su hermano aquellos tres días que duraba el festival porque si él era un
“golfo”, su hermano pequeño lo era MUCHO MÁS. Robert, para ganarse la confianza
de Harv y que se fuera tranquilo se portó increíblemente bien los días
anteriores al viaje y Harv pensó que quizás le había juzgado mal.
El jueves a las 10 de
la mañana los amigos de Harv le recogieron en su casa. Harv se montó en el
coche y desde la ventanilla le gritó a su hermano que se portara bien y sobre
todo que no llevara chicas a casa, pues sus padres habían especificado esta
condición y no querían recibir llamadas de los vecinos diciendo que sus hijos
habían llevado ninguna chica a su casa.
A los diez minutos de
ir conduciendo Harv se acordó de que se había dejado en la entrada de la casa su revista
de Kerrang con un artículo que quería enseñarle a sus amigos, de modo que dieron la vuelta y volvieron a su casa para
recoger la revista. A las 10.20 de la mañana, veinte minutos después de haber
salido, el coche aparcaba frente a la casa de Harv. Cuando abrió la puerta de
su casa vio salir disparada de la cocina a una chica completamente desnuda que
cruzó el salón sin mirarle y subió por las escaleras hacia el piso de arriba. A
los pocos segundos salió su hermano de la cocina, también completamente
desnudo, cruzó el salón y antes de subir las escaleras se
quedó mirando a Harv, Harv le miró a él y en silencio cogió su revista, cerró
la puerta y se fue.
De camino a Inglaterra,
conduciendo desde Escocia, decidieron pararse en un lugar donde había un lago
pues les apetecía lanzarse al agua y nadar un rato. El lago estaba rodeado de
un muro, una alambrada y un sinfín de carteles que decían “Prohibido pasar”, “Zona
privada”, etc. Como buenos adolescentes decidieron no hacerle ni caso a las
advertencias, saltar el muro y lanzarse al agua. Pocos minutos después
comenzaron a pasar rozándoles la cabeza varios aviones a reacción, casi acabando con su vida, pues los aviones volaban a ras del agua. ¡Se habían
colado en un lugar donde el ejército estaba probando a qué distancia del agua
podían volar los aviones a reacción!! En pocos minutos estaban rodeados de
soldados con metralletas gritándoles que salieran del agua; les hicieron andar
desnudos como estaban hasta la puerta principal del recinto. Sin molestarse si
quiera en abrirles la puerta les hicieron saltar por encima del muro y cuando
estaban al otro lado les tiraron la ropa de la misma manera, gritándoles por
supuesto que no querían verles nunca más por allí.
Sin más aventuras
dignas de mención llegaron al festival Reading y montaron su tienda de campaña.
Una tienda de campaña minúscula donde se metieron cinco tíos y en la que tenían
que dormir unos tirados encima de los otros. Aquellos cinco eran Harv, Kirky,
Greggsie, Ronnie y Jackie. Cuando se estaban preguntando dónde podrían ir a
conseguir bebida para pasar el fin de semana escucharon un estruendo y unos
gritos; un coche-tartana de colores chillones se acercaba echando humo por el
tubo de escape y pegando petardazos, la carrocería cayéndose a pedazos y el
maletero abierto. Harv dice que le recordaba a los coches que sacaban los
payasos en los circos antiguos. Dentro del maletero iba un hombre que gritaba “¡Tengo
Scrumpy!”. El Scrumpy es una especie de sidra que se comercializa en la zona oeste
de Inglaterra y que ya de por sí es bastante letal. Cuando se acercaron al
coche vieron que este hombre llevaba diez garrafas de cinco litros cada una con
lo que él decía era Scrumpy. Se las compraron todas. Antes de irse se acercó a
Harv y le dio un beso en la frente que le asustó pues dice que lo sintió como
si se estuviera despidiendo de él en sus últimos momentos de vida. Quizás no
estaba muy desencaminado.
Para entender lo que
ocurrió después tenemos que contar primero una pequeña historia. Por aquella
época Harv era el bajista de un grupo de rock de nombre Troyan. El cantante de
aquel grupo era un chico llamado Lawrence que tenía una voz espectacular y que
a su vez trabajaba como basurero, yendo con el camión de la basura por la calle
y vaciando los cubos de basura que la gente dejaba en la puerta de sus casas. Troyan
ensayaban todos los viernes por la noche. Una noche, tras esperar durante un
buen rato a que llegara el cantante y viendo que no aparecía, decidieron ir a
buscarle a su casa. Al llegar vieron la puerta abierta y cuando se asomaron
vieron que la madre de Lawrence estaba sentada en una silla, llorando. Desde la
puerta le dijeron “Señora McKee, ¿dónde está Lawrence? Tenemos que ensayar” a
lo que ella contestó “ay chicos, no creo que el pobre Lawrence pueda ir a
ensayar esta noche, ¡ayer le engulló el camión de la basura!”.
Sin poder articular
palabra caminaron de vuelta al local de ensayo y después de un largo silencio
alguien dijo “pues vamos a tener que buscar otro cantante”. Y otro propuso “antes
de poner un anuncio para buscar cantante, ¿por qué no cantamos cada uno de
nosotros una canción y el que mejor lo haga puede postular al puesto de
cantante?”. Así lo hicieron. Se sentaron todos en círculo cada uno con una
botella de sidra y decidieron cantar cada uno una canción. Harv cantó el Touch
Too Much de AC/DC y en ese momento descubrió que podía cantar y todos los demás
estuvieron de acuerdo en que no tenían que buscar más, Harv era su nuevo
cantante.
Pues bien, en honor a
Lawrence decidieron hacer lo mismo en el festival; es decir, sentarse en un
círculo dentro de la tienda de campaña y cantar una canción cada uno, mientras
se bebían el Scrumpy que le habían comprado al hombre del coche ruinoso. A todo
esto, eran las 11 de la mañana. Quizás el hecho de que nada más abrir las
garrafas los efluvios que manaron de allí les hicieran marearse debía haberles
puesto sobre aviso, pero ¿quién piensa con 19 años? Harv cantó la primera
canción mientras todos los demás bebían. A partir de ahí nadie fue capaz de hablar,
mucho menos cantar. Aquella bebida olía y sabía a gasolina y decir esto es
probablemente faltarle el respeto a la gasolina. Aun así ellos siguieron
pegándole tragos a las garrafas y uno a uno fueron cayendo como moscas.
Cuando se despertaron,
todos con un dolor de cabeza espantoso y ganas de morirse, uno de ellos dijo “tenemos
que irnos al festival, ¡a ver si nos vamos a perder a los grupos!”. Miraron el
reloj y vieron que eran las 9 de la noche, o eso creían ellos. Al salir de la
tienda de campaña se dieron cuenta de que la gente estaba desayunando,
lavándose la cara, vistiéndose…Eran las 9, sí, ¡pero las 9 de la mañana! ¡Habían
estado durmiendo casi 24 horas!!
El único que parecía no
despertarse era Kirky, que de algún modo antes de caer en coma profundo había
conseguido despojarse de casi toda la ropa y se encontraba allí tirado dentro
de la tienda vestido solamente con los calzoncillos y los calcetines. Intentaron
despertarle varias veces y no lo consiguieron. No sabían qué le pasaba, sólo sabían
que estaba vivo porque repirar, respiraba.
Los tres amores de la
vida de Kirky eran la cerveza, el tabaco y el guitarrista y cantante Rory
Gallagher. Desde la tienda de campaña se oían tocar a todas las bandas en el
escenario del festival, así como la música que el DJ pinchaba entre banda y
banda. De repente se escuchó la voz de Rory Gallagher y Harv y sus amigos
decidieron entrar de nuevo en la tienda de campaña y zarandear a Kirky gritando
“¡Kirky! ¡Rory Gallagher está cantando en el festival! ¡Es una actuación
sorpresa!”. Esto fue lo único que hizo que Kirky volviera a la vida; todavía en
un estado de semi alerta pegó un bote y salió disparado de la tienda de campaña,
en calzoncillos y calcetines, corriendo como un loco hacia la entrada del
festival y gritando a pleno pulmón “¡Rory! ¡Rory!”. Diez minutos después volvió
escupiendo sapos y culebras y llamando a sus amigos todos los nombres posibles
bajo el sol por haberle engañado y haberle hecho correr por todo el festival,
cruzar las puertas del recinto en calzoncillos y calcetines a las 10 de la
mañana, para descubrir que lo que sonaba era un disco que el dj había pinchado
para comenzar el día.
A lo largo de la mañana
se fijaron que cerca de donde estaban ellos habían llegado cuatro personas y estaban montando una tienda de campaña. Un tío enorme de casi dos metros de altura y hechuras
de vikingo, una chica muy guapa que era su novia a la que Harv no podía dejar
de mirar y otros dos amigos más. El tío grande estaba clavando los clavos de la
tienda de campaña al suelo utilizando un hacha enorme para golpearlos y
clavarlos en la hierba. Los dos grupos se hicieron amigos y bebieron juntos
aunque nunca intercambiaron nombres. Se fueron juntos al festival a ver a los
grupos y la novia del gigante y Harv estuvieron tonteando. Esa misma noche se
reunieron todos alrededor de una hoguera y estuvieron bebiendo y cantando,
hasta que Harv le dijo al grandullón que tenían unas garrafas de Scrumpy, por
si quería probarla. Este dijo que sí y al cabo de un rato el Scrumpy había
hecho su efecto y el enorme novio estaba durmiendo, momento que Harv aprovechó
para perderse un rato con la novia del bello durmiente, digamos que a la luz de
la luna.
No tardaron mucho en
volver, pues temían que alguien les viera o el gigantón se despertara antes de
tiempo y les pillara.
A la mañana siguiente
al despertarse volvieron a juntarse y algunos de ellos, entre
ellos Harv y la chica se fueron al festival a ver a los grupos. Al cabo de un
rato Kirky llegó corriendo y le dijo a Harv “Tío, estás metido en un lio”. Alguien
que les había visto la noche anterior le había contado al gigante que su novia
se estaba besando con otro. El pobre novio no sabía quién era ni de dónde había salido, solo
sabía que se llamaba Harv. De modo que los amigos de Harv decidieron idear un
plan para librarle de un destino no muy envidiable y Greggsie decidió que a
partir de ese momento le llamarían “Tristram”, para que el novio celoso no
supiera quién era Harv. La chica también estuvo de acuerdo en llamarle Tristram
constantemente y por supuesto negar que ella hubiera estado con nadie.
Era el último día de
festival, el domingo y al día siguiente se volvían a Belfast. Nada podía arruinarles
ver a Thin Lizzy. Cuando llegaron a la zona de las tiendas de campaña vieron al
gigante furioso blandiendo el hacha. A Harv se le heló la sangre. Se acercó a
ellos con el hacha en alto y preguntó “¿Alguno de vosotros conoce a un tal
Harv?”. Harv se acercó envalentonado y dijo “No, ¿por qué? ¿Hay algún problema?”.
Uno de sus amigos gritó, para que se oyera bien “¡Tristram cuidado! ¡Tiene un
hacha!”. El gigantón dijo “No te preocupes, esto no va contigo” y les explicó
lo que había ocurrido. Acto seguido cogió a Harv de un hombro y le dijo “¿Sabes
qué, Tristram? ¡Tú me vas a ayudar a encontrarle!”. De modo que durante la siguiente
hora Harv acompañó al gigante, hacha en mano por todo el festival, buscándose
a sí mismo. Le preguntaba a la gente “¿Conoces a Harv?”, temiendo que alguien
le reconociera y dijera “Pues sí, le conozco, ¡eres tú mismo!”.
Y después de una hora
de buscarse a sí mismo y no encontrarse, Kirky le dijo “Tristram, es hora de ir
a ver a Thin Lizzy”. Harv le prometió al gigante celoso seguir ayudándole
después del concierto a buscarse a sí mismo. O a ese tal Harv.
El concierto, el último
concierto que jamás darían Thin Lizzy fue impresionante, el sol poniéndose en
el horizonte con la banda cantando “The sun goes down…”. Todo el mundo se
olvidó de lo que había ocurrido. Todos menos el novio cornudo.
Al terminar el festival
era costumbre que todo el mundo volviera a sus coches, aparcados normalmente al
lado de las respectivas tiendas de campaña y tocaran el claxon durante unos
minutos, en señal de alegría. De vuelta a la zona de la tienda Harv vio como la
chica se acercaba corriendo hacia él. Veía como ella movía la boca gritando
algo pero no podía oírla con el ruido de los coches pitando y pensó “qué bien,
viene a darme un beso de despedida”. Cuando se acercó más oyó que decía “¡Oh
Tristram, Oh Tristram, Oh Tristram! ¡Mi novio ha descubierto que eres Harv! ¡No
vuelvas!”. Cuando miró por encima del hombro de la chica vio horrorizado cómo
aquel tío enorme estaba destrozando la tienda de campaña de Harv y sus amigos
con el hacha, como si fuera el demonio de Tasmania, completamente fuera de sí;
en ese momento les miró y comenzó a correr hacia ellos, destrozando todo a su
paso con el hacha.
Greggsie gritó “¡Harv,
corre!!! ¡CORRE!!! ¡Vete a la entrada del festival y espéranos allí!”. Harv
salió disparado como una flecha con el gigante pisándole los talones. Los amigos
de Harv agarraron todo lo que pudieron (o todo lo que quedaba) de la tienda de
campaña y metiéndolo rápidamente en el coche se fueron en busca de Harv.
Mientras, Harv estaba corriendo en círculo alrededor del recinto de conciertos,
perseguido por su posible asesino que agitaba el hacha en el aire y que
afortunadamente era más lento que Harv. Después de rodear el festival corriendo
diez o quince veces, llegaron sus amigos derrapando en el coche y en marcha
abrieron la puerta trasera. Harv, al más puro estilo 007, se lanzó en plancha a
la parte de atrás del coche cayendo en el regazo de los dos amigos que se encontraban
allí sentados. El coche pegó un acelerón y salieron de allí. Lo último que
escucharon en el festival Reading, antes de salir de forma tan precipitada y
con un día de antelación no fue la música, ni los coches pitando, ni la gente riéndose.
Lo último que escucharon antes de salir de allí fue el golpe sordo de un hacha
clavándose en el maletero del coche.
Nadie esperaba la
vuelta de este grupo de amigos hasta el lunes por la noche o la madrugada del
martes, pero volvieron a Belfast el lunes por la mañana. Decidieron que era muy
pronto para irse a casa, así que Kirky fue a su trabajo a cobrar la paga
semanal y se la gastaron en un pub. Alguno salió un poco perjudicado de esta
visita al pub, como le ocurrió a Kirky, que se quedó dormido en el baño de su
casa con la puerta cerrada con llave y su madre, que no esperaba a su hijo
hasta aquella madrugada y pensando que un extraño se había colado en su baño,
llamó a la policía que a su vez trajo a los bomberos y echaron la puerta del baño
abajo, pegando a Kirky un susto de muerte.
Harv y Greggsie
decidieron seguir la fiesta en el Rosetta, una discoteca muy popular en aquella
época en Belfast. Harv estaba tranquilo porque sabía que sus padres no
volverían de sus vacaciones en España hasta el día siguiente y aún tenía tiempo
de arreglar lo que hubiera hecho su hermano. Al poco rato la puerta del Rosetta
se abrió y los padres de Harv entraron. Muy serios, le preguntaron si él sabía
quiénes eran las 20 personas que se agolpaban en la puerta de su casa cargadas
con cajas de cerveza, pollo, hamburguesas y salchichas y aseguraban que estaban
allí para la barbacoa de Robert.
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